Cine

Robin Williams: vida, obra y muerte del genio que cumpliría hoy 70 años.

Nacido el 21 de julio de 1951, el actor y humorista dejó su marca en el mundo. Se quitó la vida en el 2014 y luego se supo que padecía una misteriosa enfermedad.

Ganó un Oscar, cinco Globo de Oro, dos Emmy, tres Grammy y un Premio Sindicato de Actores, pero ni siquiera todas las estatuillas del mundo valen tanto como lo que logró la calidez, humanidad y generosidad de Robin Williams. Un día como hoy pero de 1951 nacía el reconocido actor, recordado por sus personajes así como también por el humor y la alegría que llevaba como bandera.

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Williams fue padre, hijo, hermano, esposo, abuelo y gran amigo, dejando un legado difícil de borrar en quienes alguna vez oyeron hablar de él. De manera sorpresiva dejó este mundo el 11 de agosto del 2014 tras sumirse en una gran depresión que luego se supo fue consecuencia de la rara enfermedad llamada demencia con cuerpos de Lewy.

No obstante, será eterno a través de sus distintas películas como mediante la voz del genio de Aladdin, de la figura de profesor que cualquiera desearía tener en la Sociedad de los Poetas Muertos, o cada vez que sea vista la imagen de Patch Adams, a quien tuvo la oportunidad de caracterizar.

La imagen del nacido en Chicago el 21 de julio de 1951 en la que se lo ve portando una nariz de payaso quedará por siempre en la retina de cualquiera. Aunque no fue sólo la vestimenta, sino también la manera de ser la que tomó prestada del médico de la felicidad, pues desde siempre ha dicho “presente” cuando se le presentaba la oportunidad de ayudar al prójimo.

De politólogo a humorista

Cuando Robin Williams fue creciendo, el humor se hizo parte de él, pues lo llevaba consigo a cualquier lado que fuera. Sin embargo, nunca tuvo interés en la actuación hasta que las ganas se apoderaron de él. Mientras vivía en Chicago estudiaba Ciencias Políticas, pero cuando se mudó a San Francisco junto a su familia cuanto tenia 16 abandonó dichos estudios y en la nueva ciudad comenzó a despertar su amor por las artes escénicas.

Así dio inicio a sus estudios y aplicó para una beca, la cual con esfuerzo obtuvo y logró ingresar a la Universidad de Juilliard en Nueva York hasta que una vez finalizados sus estudios se mudó a California donde se destacaba haciendo stand up, género que lo acompañó hasta el final de sus días ya que en ocasiones se han realizado especiales en Broadway que reunieron miles y miles de personas para ver al maestro desplegar su labia.

Más tarde pudo incursionar en la pantalla chica. Sus primeros trabajos fueron breves apariciones en programas televisivos hasta que tuvo uno en el que era protagonista, donde interpretaba a un extraterrestre llamado Mork, que fue el trabajo que lo catapultó definitivamente a Hollywood.

Después de dichos roles, tuvo los principales en “Popeye” y “El mundo según Garp”, pero no fue hasta su actuación en “Buenos días, Vietnam” en 1987 que se hizo con una nominación al Oscar, así como también la obtuvo por sus papeles en la “Sociedad de los Poetas Muertos”, “El Rey Pescador” y “Mente Indomable”, por la cual finalmente pudo obtener la estatuilla.

Siempre mezclando la seriedad con su gracia tan particular, entre los grandes éxitos de Williams se encuentran la película animada “Aladdin”, en la que le dio su voz al genio de la lámpara y “Happy Feet”, donde animó a un pingüino. Le dio vida a Teddy Roosevelt en las tres películas de “Una Noche en el Museo” junto a Ben Stiller e hizo que la audiencia llore a mares con “Más allá de los sueños”. Y se podría seguir, ya que la lista de producciones que ha desarrollado el estadounidense en todos sus años de carrera es realmente amplia.

Patch Adams, su mejor versión

La Real Academia Española define el concepto de “payaso” con las siguientes palabras: “Dicho de un artista: Ambulante y que debuta en las mojigangas enmascarado” y “artista de circo, generalmente caracterizado de modo extravagante, que hace reir con su aspecto, actos, dichos y gestos”. En este caso, ni debutó en “mojigangas” ni es “artista de circo”, sin embargo la nariz de payaso de Patch Adams a Robin Williams le quedaba a la perfección.

Gracias a esta película, el humorista mostró su lado más humano poniéndose en la piel del médico que buscaba contagiar risas a sus pacientes para calmar sus males y reunir fuerzas.

Este personaje, sin embargo, lo sacó de la pantalla y lo llevó más allá, debido a que Williams dedicó mucho tiempo de su vida a ayudar a quienes lo necesitaban, pues fueron más de 50 las organizaciones y causas caritativas a las que le tendió su mano, además de prestar su cara en diversas ocasiones para llevar a cabo spots publicitarios de obras benéficas.

De amores y adicciones

La vida privada de Robin Williams no era un tema del que se solía hablar, de hecho, en el barrio en el que vivió sus últimos días su fama pasaba desapercibida. No obstante, durante su juventud la presión y la locura del éxito lo llevó a tomar algunas decisiones no tan acertadas. Fue adicto a la cocaína y distintas drogas, sin embargo el nacimiento de su primer hijo fue lo que lo hizo tocar fondo y abandonarlas.

En el 2006, después de 20 años sin consumir tuvo una recaída con el alcohol y se internó por sus propios medios en un centro de rehabilitación. Al tiempo se recuperó y volvió a actuar.

En lo que amores se refiere, hubo varios. Se casó en tres oportunidades, en primer lugar con Valerie Velardi, con quien tuvo a su primer hijo, Zak, quien lo convirtió en abuelo de McLaurin. Se divorciaron unos años después debido a que el actor tuvo un affaire. Su siguiente esposa fue Masha Garces, niñera de su hijo y con quien tuvo dos niños más: Zelda Rae, nombre que eligió por su fanatismo por la saga de video juegos The Legend of Zelda, y Cody Alan. Volvió a separarse.

Pero fue en 2011 que contrajo matrimonio con Susan Schneider, su compañera hasta los últimos días. quien actualmente dedica su vida a difundir información y colaborar en la realización de estudios relativos a la enfermedad que sufrió Williams sus últimos meses de vida, la cual desconocía.

Demencia con cuerpos de Lewy: un desconocido que terminó con su vida

Hacía tiempo que Robin Williams ya no era el mismo de siempre, pues su comportamiento era extraño y manifestaba síntomas anormales de los cuales él lograba darse cuenta. En una oportunidad mencionó: “no soy yo”, al director de la película “Una Noche en el Museo”, cuando no podía llevar a cabo algunas escenas simples. Insomnio, dificultad para entender la realidad, paranoia, temblores en partes del cuerpo eran algunas de las señales. Ya no tenía la facilidad y perspicacia de siempre para actuar.

Una mañana, su esposa Susan se levantó y vio la puerta de su habitación cerrada, dormían separados por recomendación de un especialista debido a los problemas del comediante para dormir. Ella pensó en que por fin su marido había logrado conciliar el sueño, por lo que se fue a trabajar cuando llegó su asistente. No quiso molestarlo. No obstante, esta persona notaba que tardaba mucho en levantarse por lo que volvió a enviarle un mensaje a Schneider para consultarle que hacía.

Después de que esta le dijera que intente despertarlo ya que notaba que algo no iba bien fue cuando sonó su celular y se dio con la noticia de que su marido se había quitado la vida mediante un ahorcamiento el 11 de agosto del 2014. Así fue que la mañana de aquel día sorprendió a todos con la inesperada noticia. Sus restos fueron cremados y esparcidos en la Bahía de San Francisco, de el Océano Pacifico, no obstante la historia no terminaba ahí, ya que había información que todos desconocían, inclusive Robin.

La autopsia tras su muerte arrojó que padecía “demencia con cuerpos de Lewy”, una enfermedad que abarca al cerebro de a poco, siendo el segundo tipo de demencia más común luego del Alzheimer y una patología que se diagnostica “post mortem”. En un documental sobre el actor llamado “El deseo de Robin”, un médico mencionó lo sorprendido que estaba de que Williams hubiera continuado moviendo o realizando distintas actividades hasta antes de quitarse la vida, por la rapidez con la que avanza la enfermedad.

“Las personas con cerebros excepcionales, que son increíblemente brillantes, suelen resistir y tolerar mejor las enfermedades degenerativas que las que tienen un cerebro normal. Esto demuestra que Robin Williams era un genio”, sentenció. “Genio”, palabra que aún hoy, cuando hubiera cumplido 70 años, continúa describiéndolo mejor que nunca.

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