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Newell’s fue pura garra y celebró un triunfo colosal en Arroyito

Fue una alegría colosal en Arroyito. Newell’s, con disciplina táctica, esfuerzo, orden, escaso juego, pero contundencia en los pies del goleador Juanchón García armó un triunfazo ante Central para desatar un festejo interminable en el pueblo leproso. Fue por la mínima diferencia, en un trámite ordinario y lleno de imprecisiones, pero igual la lepra estuvo lúcido en el área y en una de las pocas que tuvo no falló y tumbó por toda la cuenta al canalla. Desde aquel golazo de Maxi en 2016 el rojinegro no tenía una alegría similar. Inmensa. Para sacarse la mufa de los últimos clásicos y gritar fuerte “Newell’s carajo”. El ciclo del Kily colapsó.

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Fue un primer tiempo muy friccionado, de lucha, juego cortado, imprecisiones de ambos lados, pero con Central con más ambición de protagonismo y con Newell’s agazapado tratando de armar la contra. Ambos con sus limitaciones a cuestas y con sus jugadores más dotados con el balón jugando a cuentagotas. Vecchio intermitente, pero siempre filoso y amenazante, como en la asistencia que Ruben no pudo definir ante Macagno y luego Infantino pateó de manera defectuosa en diagonal al arco, recién pasada la media hora.

Pero antes el canalla lo había tenido con un tiro que Gamba no pudo corregir al gol tras una pifia anterior de Martínez. Todo nació de un gran centro con doble caño incluido de Lautaro Blanco (a Garro y Méndez), el mejor de los 45 iniciales.

A Newell’s le costó hacer pie y prueba de ello fue la amarilla al pibe Martín Luciano a los 11 minutos por una dura falta a Martínez, cuando antes el juvenil leproso había cometido una mano intencional por la que Pablo Echavarría no le sacó tarjeta.

A Nico Castro le costó tomar las riendas en la gestación rojinegra. Igual Newell’s avisó con un buen centro flotado de Panchito González, que cabeceó Juanchón García y la pelota dio en el travesaño. La más clara de los del Parque hasta ahí.

En el final de la etapa el juego se picó. Fuerte entrada de Pérez a Infantino que fue amarilla para PP8. Y antes del cierre de un primer tiempo apenas discreto en cuento al nivel de juego y ordinario por momentos, hubo una mano de Ditta en la puerta del área que Echavarría dijo siga, siga y fue una acción de VAR que hubiera resuelto si era penal o no.

Y apenas iniciado el complemento, cuando el partido estaba prácticamente planchado, hubo una jugada que rompió el cero en la tarde de Arroyito. Gran proyección de Méndez por la derecha, centro llovido para Garro, que la bajó, remató, tapó a medias Servio y Juanchón García con los cubiertos en la mano conectó al gol abajo del arco. Festejo de todo Newell’s.

De inmediato, Luciano caminó por la cornisa de la roja y lo reemplazó enseguida Campagnaro.

Central se desconcertó, sintió el impacto, y la pelota empezó a quemar en los pies de los jugadores canallas. Pero Newell’s en vez de capitalizar la diferencia y manejar el balón con criterio lo dividió más de la cuenta y le permitió crecer a su oponente, que empujado por su gente fue con más vergüenza deportiva que un plan de juego claro.

El ingresado Ramiro Sordo tuvo la definición del derby en sus pies. Corrió al área, quedó solo ante Servio y con todo el arco a disposición, con el arquero rival pidiendo clemencia, pero levantó el disparo, cuando además entraba sólo Funez por el medio para ser opción de pase.

Central terminó aturdido y desesperado, con el Kily a los gritos y poniendo tres centrodelanteros en cancha con los ingresos de Dupuy y Caraglio, que se sumaron a Ruben, en busca de algún centro salvador que apague el incendio futbolístico del equipo de Arroyito.

Y Newell’s no supo ni se animó a definirlo. Y se abroqueló hasta que se consumieran los minutos abrazándose con uñas y dientes al 1 a 0. Fue un final agónico, con la pelota cruzando el área de Macagno y con los rojinegros resistiendo en la trinchera.

Al fin fue victoria leprosa y festejo colosal en Arroyito. Con los jugadores abrazados en la mitad de la cancha celebrando un triunfo que no se daba desde aquel golazo de Maxi en 2016.

La lepra pudo cantar victoria y Sanguinetti le regaló una alegría inmensa al pueblo rojinegro. Sin brillar, con garra, Newell’s aprovechó su chance, Juanchón fue el héroe de la tarde y la fiesta fue toda rojinegra.

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