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Explosión en Atanor: afirman que los daños a la salud pueden transmitirse por generaciones

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La explosión de un reactor en la fábrica Atanor el pasado 20 de marzo en San Nicolás, continúa bajo investigación para dimensionar la afectación que este evento provocó en el ambiente. Tras la recolección de muestras por parte de Greenpeace, que confirmaron la presencia de atrazina, un componente que se utiliza para fabricar herbicidas y que su uso y producción está prohibido en la Unión Europea, especialistas detallaron las varias complicaciones que puede ocasionar la exposición de las personas a este compuesto, que van desde la alteración de diversas glándulas hasta la transmisión transgeneracional de células afectadas.

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Las muestras se tomaron de paredes de las casas y de la vía pública cercanas a la fábrica, que continúa clausurada, en un radio que va de 150 a 350 metros.

Los resultados confirmaron la presencia de atrazina en todos los espacios, incluso después de que la empresa limpió las adyacencias de la fábrica y de las lluvias torrenciales que se dieron entonces.

“Partimos de la premisa de que los análisis debieran dar 0. No hay razón alguna para que, a tres cuadras de la planta, haya atrazina en el ambiente”, remarcó a La Capital el coordinador de la campaña de Clima y Energía de Greenpeace, Leonel Mingo. Y agregó que se trata de un químico “altamente peligroso” y que “los riesgos para la salud son fácticos”.

Mingo explicó que “una de las características de la atrazina es que puede perdurar en el ambiente hasta 100 días” y que si bien la toxicidad va disminuyendo con el paso del tiempo, el daño queda vigente.

Daños transgeneracionales

En relación a ello, el médico Damián Verzeñassi explicó a La Capital que los múltiples daños por estar en contacto con atrazina se pueden pasar por generaciones.

En particular, explicó que la atrazina “es un disruptor endocrino que altera el normal funcionamiento de las glándulas, con impacto fundamental en las tiroides y las mamarias. Estudios hechos en ratas demostraron que genera cáncer de mama. Además, altera los ritmos de descanso del organismo, lo que aumenta el estrés oxidativo y acelera los procesos de oxidación de las células, que generan un funcionamiento dañino potenciando la formación de células anómalas”.

“La Organización Panamericana de la Salud (OPS) reconoce, hace más de 35 años, que toda sustancia que es disruptora endocrina es peligrosa no en exposiciones agudas sino en microdosis constantes, lo que ya es suficiente para provocar alteraciones genéticas transgeneracionales”, detalló Verzeñassi, que es director del Instituto Socioambiental de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).

Estas exposiciones, continuó el médico, hacen posible que se dañen células que generan espermatozoides en hombres y ovocitos en mujeres: “El ADN queda dañado y los hijos o nietos de personas que estuvieron expuestas a la atrazina pueden expresar ese daño en sus cuerpos. Esto fue publicado y no fue refutado”.

Y recalcó que “cuando hay una sustancia disruptora endocrina, no hay dosis seguras”.

Más daños

Por su parte, el especialista sumó que “hay trabajos en nuestra región que la atrazina, asociada al arsénico, que está presente en la mayoría de las aguas de nuestra provincia, aumenta la toxicidad de uno y otro componente”.

Otras de las implicancias, según especificó, son la generación de inmunodepresión por mal desarrollo del sistema inmunológico, por lo que una persona afectada es más vulnerable a procesos infecciosos. “También se observó que altera el sistema nervioso central”, añadió.

Prohibida en Europa

El uso y la producción de la atrazina está prohibida en la Unión Europea desde 2004.

A su vez, es considerada, dijo Verzeñassi, para ser incorporada en el listado de Contaminantes Orgánicos Persistentes (COPs) del Convenio de Estocolmo, al que Argentina suscribió por ley en 2004.

Desde Greenpeace anticiparon que se sumarán a los reclamos existentes para conocer “verdaderamente qué ocurrió y qué implica la explosión en los vecinos”.

“Estamos reclamando que se dé a conocer verdaderamente cuánta liberación de atrazina hubo y qué implica esto. Sabemos que es tóxico pero queremos saber, efectivamente, cuánta cantidad se dispersó”, aseguró Mingo.

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