El cumpleaños 36 de Leo y el mensaje de su ciudad: Gracias por ser nuestro
Todas las memorias pueden juntarse ahora. La del día aquel que fue con su madre al club Grandoli a los cinco años y el técnico Salvador Aparicio no pudo creer que ese enano tímido, al agarrar la pelota, gambeteara a todos. O cuando en un equipo de talentos brilló en la categoría 87 de Newell’s. O cuando partió con su padre solo a probarse en el Barcelona y eludió el desarraigo sin perder nunca su acento de zona sur. O cuando la picó sobre el arquero de Albacete para hacer su primer gol tras el pase de Ronaldinho. O cuando lo hicieron debutar en un partido improvisado contra Paraguay para que España no se lo birlara a la selección. O al ganar la medalla olímpica en Beijing. O con las lágrimas de las finales que no pudieron ser. O después de tantos arrebatos de emociones cuando lo pudimos ver, todos, desplegando un juego inolvidable para levantar, Dios nuestro, la Copa del Mundo.
Todas las imágenes, estas y todas las que faltan, se forman en tumulto hoy, cuando Lionel Messi cumple 36 años. La persona más conocida del mundo nació en Rosario. Y su ciudad le regaló desde el primer minuto de este sábado un saludo emocionado y amoroso con el Monumento iluminado con los colores de la Bandera y frases que lo saludan por su día. A la iluminación ornamental del Monumento se le sumaron una serie de mensajes por parte de la Municipalidad de Rosario para saludarlo: «Feliz cumple Leo. Gracias por ser nuestro. Rosario te ama”, marcaban las letras que se mantuvieron en loop hasta la madrugada. Justo hoy que está en Rosario, el lugar al que nunca dejó de venir, el lugar al que pertenece.
En las redes sociales instituciones ligadas y no ligadas al fútbol y una avalancha de usuarios particulares le regalan saludos llenos de gratitud. Una nota de hace años en La Capital recuerda que Leo fue fichado en la Asociación Rosarina el 30 de marzo de 1994 y su primera aparición oficial fue en la cancha de Pablo VI el 9 de abril de ese año, cuando la línea A del rojinegro vencía 6 a 0 al canario línea A. Aquella tarde, con 6 años, el pequeño debutante se despachó con cuatro goles, como si fuese un anuncio de lo que iba a ser su carrera. El árbitro que tuvo el placer de verlo por primera vez en acción fue Sergio Pepio, recuerda una nota de Carlos Durhand.
El 17 de septiembre de 2000, Lionel y su padre llegaron a El Prat, el aeropuerto de la capital catalana, donde los esperaba Horacio Gaggioli, miembro del club del Barcelona. Una vez allí, Messi fue citado por Joaquín Rifé, el entrenador de juveniles, para participar en un entrenamiento con niños de su categoría. Los entrenamientos se prolongaron durante dos semanas y en una de aquellas sesiones, Lionel terminó marcando seis goles. Finalmente, el 14 de diciembre y en una simple servilleta, el secretario técnico del club dejó asentado el fichaje del jugador. El 8 de enero de 2001 firmaron el pago del tratamiento que requería por una deficiencia de la hormona de crecimiento.
En la temporada 2002-2003 finalmente pasó de las Juveniles al equipo profesional. Marcó, en total, 35 goles en 37 partidos partidos oficiales con el Juvenil B, el Juvenil A, Barça C y Barça B, además de participar en un amistoso con el primer equipo.
En la temporada 2004-2005 disputó los primeros nueve partidos con la Primera División del club. Jugó su primer partido oficial el 16 de octubre contra el R. C. D. Español, en el estadio Olímpico Lluís Companys. A sus 17 años y tres meses, se convirtió en uno de los canteranos más jóvenes en debutar en La Liga. El 27 de octubre jugó por primera vez en la Copa del Rey ante el Gramenet y el 7 de diciembre en la Champions League 2004-2005 frente al FC Shakhtar Donetsk en el Donbass Arena. Hacia fines de ese año, el diario El País lo señalaba como «la gran promesa». Su primer gol oficial llegó el 1 de mayo de 2005 en un partido de La Liga ante Albacete y finalmente logró llevar a su equipo a ganar ese campeonato tras cinco temporadas sin conseguir el título. Fue el arranque hasta convertirse en el máximo goleador histórico del club y en su mejor jugador.
Con la selección, lo vivimos, lo sabemos: cinco mundiales, el primero en 2006, con un gol a minutos de debutar, el último del 6 a 0 contra Serbia y Montenegro, el mismo día que Maxi Rodríguez, que hoy lo espera en su despedida en el Coloso, hizo dos. La Copa América ganada en el Maracaná en 2021. La finalíssima por 3 a 0 con gran juego ante Italia en Londres. Y la coronación inolvidable en Qatar que vemos todos los días, desde hace seis meses, mirando algún video en redes en el celular.
Es el único futbolista en la historia que ha ganado, entre otras distinciones, siete veces el Balón de Oro, seis premios de la FIFA al mejor jugador del mundo y seis Botas de Oro. En 2020, se convirtió en el primer futbolista y el primer argentino en recibir un premio Laureus, además de ser incluido en el Dream Team del Balón de Oro.
Seguramente festejará con Antonela Rocuzzo, con sus hijos Thiago, Mateo y Ciro. Con sus padres, sus hermanos, con los suyos. Pero de alguna manera en Rosario todos estamos en su fiesta. Porque como dijo el poeta Arturo Carreras de sus amigos él es, para nosotros, una fiesta. Una interminable fiesta.