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Newell’s y un triunfazo de corazón valiente

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Conmovedor. Por la entereza, por la entrega, por el sacrificio. Por no resignarse pese a que el panorama se le había presentado negro en la noche del Coloso. Newell’s obtuvo un triunfo de un enorme valor, especialmente desde los simbólico. Por eso los tres puntos se cotizan el doble, porque los consiguió jugando casi 50 minutos con uno menos por la expulsión de Willer Ditta. Y con una enorme nobleza, por no rendirse jamás, superó a Banfield por 2 a 0 y se fue feliz. Porque lo ganó con guapeza y corazón.

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El primer obstáculo con el que se encontró Newell’s fue la presión que le propuso Banfield. Una marca asfixiante para no dejarlo salir y, en segundo orden, obstaculizarlo en el medio para que no maneje la pelota. La virtud de local fue que no se desesperó nunca. Mantuvo la paciencia y tocó a un lado y a otro, hasta que encontraba por donde filtrar el pase.

La llave del conjunto rojinegro para romper el cerco pasó por los pies de Cristian Ferreira. Movedizo y comprometido para recibirla y enfilar hacia campo rival, el volante limpió el juego y liberó espacios para los demás. Pero fueron justamente sus compañeros quienes no entraron en la misma sintonía y cada avance perdió consistencia a medida que se aproximaban al área de Cambeses.

A partir del cuarto de hora, y después de que Cabrera cabeceó un tiro libre de Aleman que se fue relativamente cerca, Newell’s ejerció un mayor control de la pelota. La recuperó rápido, Ferreira se ocupó de de encabezar cada avance y Recalde se le acopló, descargando con precisión. Pero no alcanzó. Faltó profundidad. No la consiguió ni por adentro ni por las bandas. Menéndez, más activo que Sordo, falló en la resolución. Ninguno pisó el área con decisión. Tan es así que la primera acción de riesgo fue a partir de una pelota parada. Ferreira pateó el tiro libre desde la derecha y Sforza la mandó de cabeza por sobre el travesaño.

El predominio rojinegro tuvo un lapsus que causó una enorme preocupación. No más que eso, porque Andrés Chávez culminó una serie de combinaciones de la visita con el zurdazo desde afuera que pasó cerca del palo izquierdo.

Ferreira no quiso ser menos y también obligó a la reacción de Cambeses con un tiro abajo. Lo que nadie imaginó a esa altura es que a partir de los 9’ del segundo tiempo, el partido se le presentaría a Newell’s cuesta arriba por la expulsión de Ditta por doble amarilla. Heinze metió a Facundo Mansilla por Menéndez para armar la zaga y lo de Newell’s pasó ser forcejeo, lucha y esfuerzo.

El conjunto rojinegro sufrió la falta de un futbolista y Banfield le fue llegando con peligro. Pero la inoperancia de sus jugadores lo privó de la apertura del marcador. Tijanovich se lo perdió en forma increíble frente a Hoyos.

Newell’s no se entregó ante la adversidad. Tuvo una enorme actitud y, en el instante menos pensado, dio la estocada. Sordo metió un tiro libre al área del taladro y Velázquez se hizo más alto que nunca para cruzarla de cabeza y que ingrese en el arco, para delirio de todo el Coloso.

Con el cuchillo entre los dientes y una enorme guapeza, Newell’s pasó al frente. Siguió, combatiendo. Y hasta sufriendo en esa pelota que Velázquez sacó debajo del arco de Hoyos. El estadio fue un infierno. El coraje de la lepra conmovió a todos. Ni qué decir cuando Mosquera se desprendió y la empujó para el segundo gol.

Entonces ya no hubo más angustia sino satisfacción y disfrute esperando el final para un triunfo que Newell’s ganó con el corazón.

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