Balacera contra una casa de la zona sur: «Mi nieta de 9 pensó que estábamos muertos»
El jueves por la noche, Nilda -una vecina de la zona sur- tuvo la sensación de que nadie en esta ciudad está exento de la violencia callejera. Fue luego de que descubriera junto a su hijo que alguien había arrojado un elemento incendiario sobre una de las ventanas de su casa. Dos días más tarde la mujer, jubilada y de 69 años, confirmó su percepción cuando ella, sus nietas y su hijo tuvieron que protegerse de los 21 balazos que alguien disparó sobre la vivienda. Ambos ataques están bajo investigación, los motivos son aún un misterio.
«Hasta el jueves miraba lo que pasaba y decía ‘pobre gente’. Ahora digo no, tomemos conciencia, Rosario está sitiada por la violencia», resaltó Nilda. «No quiero que esto quede en un cajón, vinieron a tirotear a mi casa», reclamó.
Fuego y balas
El jueves pasado, ya sobre el final del día, uno de los hijos de Nilda fue a su dormitorio en la casa ubicada en la esquina de Hilarión de la Quintana y Pueyrredón, donde la familia vive hace más de 35 años. Al llegar a la habitación que da a calle Pueyrredón notó el fuego y el humo que comenzaba a crecer desde afuera de la casa hacia adentro. Como pudieron, con urgencia y desesperación, lograron apagar las llamas y evitar daños materiales de relevancia.
Foto: Sebastián Suárez Meccia / La Capital
Cuando al día siguiente fueron a hacer la denuncia a Fiscalía creyeron que se había tratado de un acto de vandalismo aislado. «Viste que en Rosario a veces prenden fuego los autos. Bueno, pensamos que era algo así», contó Nilda en diálogo con La Capital. Con esa sensación, aunque no sin temor, se quedaron hasta la noche del sábado.
Ese día, ya sobre la medianoche, la familia había cenado y Nilda lavaba los platos mientras sus nietas de 7 y 9 años la esperaban para acostarse a dormir. En tanto, uno de los hijos de la mujer miraba televisión en su dormitorio. La tranquilidad de ese rato en familia se acabó con un estruendo al cual, como en una ráfaga, le siguieron varios más.
«Una de mis nietas me vino a buscar para ir a dormir. Cuando estábamos por el pasillo empiezan los tiros. A la que estaba en la cama le dije que se tire al suelo, la otra se le tiró al lado. Con mi hijo nos escondimos atrás de las paredes», relató Nilda.
A la fugacidad de los disparos le continuó una sensación de terror. «Yo quedé muda, mi hijo mudo. Mi nieta de 9 pensó que estábamos muertos. Salió de la pieza blanca, no sabe la alegría que le dio cuando nos vio parados«, recordó la mujer. «Es una nena de 9 años, habrá visto una bala en los dibujitos que miran», agregó.
Los peritos de la policía contaron al menos 21 balazos desparramados en distintas partes del lado de la casa que da a calle Pueyrredón. Tanto para la familia como para los investigadores por el momento es un misterio quién y por qué estuvo detrás de estos dos atentados. El caso primero lo tomó la unidad de Flagrancia del Ministerio Público de la Acusación pero dadas las características del hecho ahora lo está investigando la unidad especializada en balaceras.
Llamado a la reflexión
Nilda contó que nació y creció a siete cuadras de la casa en la que hoy vive, instalada allí desde hace 35 años. En ese sentido, como vecina de la zona sur, contó que parte de vivir con el temor a padecer un hecho de inseguridad urbana es también el alivio que se siente al llegar a casa, donde prima la sensación de que se está a resguardo. «Ahora nos quieren sacar esto, ni siquiera podemos llegar a casa y sentirnos tranquilos», lamentó la mujer.
«Quiero que la ciudadanía no sea como fui yo hasta el jueves. El que sufre algo así que lo diga y hable. Que todos los ciudadanos tomemos conciencia, que no digamos más que gracias a dios estamos vivos. Cuánta gente inocente están matando, a cuántos les balearon las casas», se indignó Nilda. «Nosotros decimos que las cosas pasan porque uno pertenece a una banda o a otra, pero a los que no están en nada los balean igual», agregó.
En ese sentido la mujer reclamó a las autoridades municipales y provinciales que accionen ante el reclamo de los ciudadanos. «Que se pongan los pantalones, porque de discursos de gente que habla muy bien y dice que se está ocupando ya estamos cansados», sostuvo. «Esto no se arregla con palabras, esto se arregla con huevos, y si no los tienen que se vayan a su casa a disfrutar de la vida. Si se postularon, que cumplan con su trabajo. Y si no pueden, que tengan la dignidad de decirlo y se vayan», reclamó.