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Joan Manuel Serrat y Roberto Fontanarrosa: una amistad que trasciende el tiempo y las palabras

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En un rincón del hotel donde Joan Manuel Serrat se hospeda durante su visita a Rosario, el espíritu de Roberto Fontanarrosa vuelve a cobrar vida. La excusa es el Festival Fontanarrosa, una celebración organizada por la Municipalidad en el marco del 80º aniversario del nacimiento del icónico escritor y humorista rosarino. Pero para Serrat, su presencia en la ciudad siempre será una oportunidad para evocar a su entrañable amigo, quien falleció en 2007 dejando un legado cultural imborrable.

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La calidez de un recuerdo eterno

“Lo echo de menos”, confesó Serrat durante una charla íntima con periodistas locales. En sus palabras se percibía la melancolía, pero también el afecto inmenso que compartían. Ese sentimiento fue el hilo conductor de cada anécdota, desde los intercambios de correos electrónicos hasta los silencios compartidos frente a la televisión durante un partido de fútbol.

El vínculo entre Serrat y Fontanarrosa parecía trascender las distancias geográficas y el tiempo. Para el cantautor catalán, su amigo era un hombre que encarnaba la ironía, el humor y el culto a la amistad. “Era un señor, sabía sus límites y respetaba a la gente”, dijo Serrat, destacando la humanidad que impregnaba cada obra y pensamiento del Negro.

El golpe de la enfermedad

Serrat también recordó con crudeza el momento en que Fontanarrosa le compartió sus primeras señales de la enfermedad que lo aquejaría hasta el final. “Un día me llamó preocupado porque le costaba mover los dedos”, relató. Así comenzó el diagnóstico de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) en 2003, una batalla que Fontanarrosa enfrentó con su característica dignidad y sentido del humor.

Sin embargo, Serrat no quiso detenerse demasiado en ese capítulo difícil. Prefirió evocar al amigo que lo esperaba en Rosario con un sombrero de ala ancha para protegerse del sol, o al Fontanarrosa que cantaba fuerte, aunque con tonos que Serrat describió entre risas como “nada memorables”.

El silencio y la música de hoy

Uno de los aspectos más singulares que Serrat destacó fue el valor de los silencios compartidos, algo que definió como una faceta única de su amistad con Fontanarrosa. “Había encuentros en los que no hacía falta hablar; los silencios también eran parte del diálogo”, mencionó.

Consultado por los periodistas sobre su visión de la música actual, Serrat mostró su habitual ecuanimidad. Si bien se distanció como intérprete de los ritmos contemporáneos, como el reguetón, los describió como expresiones legítimas del sentir popular. “No voy a hacer críticas sobre eso, ni tampoco sobre mis pares. Cada quien tiene su forma de interpretar la realidad”, afirmó, dejando claro que el respeto por las ideas ajenas es uno de sus principios.

Un homenaje que celebra la vida

Serrat será parte del homenaje a Fontanarrosa en el marco del festival que lleva su nombre. Más allá de las formalidades, este encuentro en Rosario se presenta como un tributo genuino a una amistad que continúa viva en cada palabra y en cada recuerdo.

El bar del hotel, entre historias y anécdotas, se convirtió por un momento en un espacio donde el respeto y la calidez primaron sobre los juicios y prejuicios. Para Serrat, los amigos, como Fontanarrosa, son eternos, incluso cuando la vida los obliga a despedirse.

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