Dudas y tensión: el cuerpo de Pillín Bracamonte permanece sin ser reclamado en el Instituto Médico Legal de Rosario
Mientras avanzan las investigaciones y aumentan las especulaciones en torno al asesinato de Andrés “Pillín” Bracamonte, líder de la barra brava de Rosario Central, su cuerpo continúa sin ser reclamado en el Instituto Médico Legal (IML) de Rosario. La autopsia, realizada el domingo, confirmó que Bracamonte murió de cinco balazos, pero hasta el momento nadie se ha presentado para retirarlo, dejando a sus familiares en un tenso limbo.
Fuentes del IML informaron que el cuerpo quedó disponible para ser retirado desde la mañana del domingo, sin embargo, aún no se ha llevado a cabo ningún traslado para velarlo o inhumarlo. La situación ha generado gran incertidumbre, ya que en un principio se consideró la posibilidad de realizar el velorio en la reconocida cochería Caramuto. No obstante, esta opción fue descartada debido a preocupaciones de seguridad. A su vez, otras cocherías de la ciudad también se han negado a recibir el cuerpo de Bracamonte, lo que ha sumado dificultades a su familia para darle el último adiós.
La dificultad de hallar un lugar de descanso para Pillín
La preocupación no termina en las cocherías. Los cementerios de Rosario también se mostraron reticentes a aceptar el cuerpo de Bracamonte. El cementerio El Salvador, uno de los más importantes de la ciudad, ha negado su ingreso, dejando a los familiares sin un lugar definitivo para su sepultura. Ante esta situación, los allegados de Pillín han propuesto la cremación, una alternativa que, por el momento, ha sido desestimada por la Justicia, que considera fundamental la conservación del cuerpo en caso de requerir más análisis en el marco de la causa judicial.
Otra posible opción que ha circulado en las últimas horas es la de trasladarlo a Ybarlucea, la localidad donde vivía el líder de la barra canalla. Sin embargo, hasta ahora no se ha concretado ninguna acción en este sentido, y el cuerpo permanece en las instalaciones del IML, ubicado en la calle 3 de febrero al 4000, custodiado bajo un estricto operativo de seguridad.
El crimen que sacudió a Rosario: la caída de Pillín y sus implicancias
El asesinato de Bracamonte ha dejado una huella profunda en Rosario. A los 53 años y tras más de 26 años al frente de la barra brava de Rosario Central, Pillín sobrevivió a múltiples intentos de homicidio, pero en la noche del sábado cinco disparos acabaron con su vida y la de su ladero, Daniel “Rana” Attardo. El crimen tuvo lugar cerca del Gigante de Arroyito, después del partido entre Rosario Central y San Lorenzo, en una zona que debería haber contado con presencia policial pero que, debido a un apagón en el alumbrado, quedó sumida en la penumbra.
Bracamonte se encontraba en una camioneta Chevrolet S10, acompañado de Attardo, cuando fueron sorprendidos por al menos tres atacantes que, según fuentes de la investigación, habrían llegado caminando y efectuaron varios disparos a quemarropa. Tanto Pillín como Rana recibieron cinco balazos cada uno, sin tener oportunidad de escapar del ataque.
Este asesinato es el corolario de una serie de atentados que Bracamonte enfrentó en los últimos meses. En agosto, tras el clásico, había sido blanco de un ataque frente al parque Alem, incidente que él atribuyó a la banda de “Los Menores”, un grupo ligado al narcomenudeo en los barrios Stella Maris y 7 de Septiembre. En una entrevista reciente, Pillín había declarado: “Si me matan, la ciudad se incendia”, presagiando la ola de inquietud que ahora envuelve a Rosario. Además de las rivalidades en la barra, Bracamonte también tenía causas pendientes por violencia de género, lavado de activos y extorsión junto a líderes sindicales, lo que sumaba presión a su posición en el hampa local.
Una investigación con cautela: los desafíos de esclarecer el asesinato de Pillín
La Fiscalía ha adoptado una postura cautelosa frente al crimen de Bracamonte, evitando emitir declaraciones sobre las posibles hipótesis en torno a su asesinato. La violencia que rodea a las barras bravas de Rosario Central hace que el terreno sea delicado y difícil de explorar sin un análisis detallado. Los vínculos de Bracamonte abarcan tanto el mundo delictivo de las barras como sus conexiones en el ámbito empresarial, donde acumuló una fortuna cuestionada en investigaciones por lavado de dinero.
Los investigadores deberán determinar si el ataque se debió a una venganza puntual o si forma parte de un ajuste más complejo, ligado a una reconfiguración en el crimen organizado de la ciudad. Esta pregunta se hace especialmente relevante en un contexto donde la disputa por el poder en las tribunas y el narcotráfico se entrelazan, creando un entramado de violencia que se extiende más allá de los estadios.
Implicancias futuras y el rol del Ministerio de Seguridad
A medida que avanzan las investigaciones, la expectativa también se centra en cómo reaccionarán las fuerzas de seguridad para prevenir una escalada de violencia en Rosario. El Ministerio de Seguridad, consciente de los riesgos que implica el vacío de poder en la barra brava de Rosario Central, deberá actuar de manera preventiva para evitar que se desate una ola de represalias y ajustes de cuentas en las calles.
Este doble crimen coloca a la ciudad en una encrucijada: el destino de Rosario dependerá de cómo se maneje el caso y de si las autoridades logran resolverlo sin dejar impunidad, especialmente en lo que respecta a la autoría intelectual del asesinato. El Ministerio y las fuerzas de seguridad deberán redoblar esfuerzos para garantizar que este episodio no lleve a una vuelta al pasado, cuando la ciudad estaba asediada por constantes enfrentamientos entre grupos criminales.
El asesinato de Bracamonte es una señal de alerta para Rosario y sus autoridades. La cuidadosa planificación detrás del crimen y las complejas conexiones de Pillín requieren un abordaje exhaustivo por parte de la Fiscalía, que sigue sin revelar la hipótesis predominante en su investigación. Los resultados de este caso podrían cambiar el panorama de seguridad en Rosario y, al mismo tiempo, marcar un precedente en el tratamiento de la violencia ligada al fútbol y al crimen organizado.