Heinze le puso final a un ciclo decepcionante
Fin del ciclo de Heinze. De la peor manera, lejos de los objetivos de mínima que se esperaban de la mano del Gringo. Fue el propio entrenador el que habló de la culminación de su etapa como entrenador de Newell’s, una vez que se consumó la derrota contra Boca por 1 a 0 y que dejó a la lepra sin nada, sin clasificación a los cuartos de final de la Copa de la Liga, sin el ingreso a copa internacional, el propósito que se planteó anualmente la comisión directiva, sumado a los flojos antecedentes de la primera mitad del año, la rápida eliminación en la Copa Argentina y una Liga Profesional donde culminó en la mitad de la tabla, aparte de quedar afuera en los octavos de final de la Copa Sudamericana, seguramente lo más decoroso del rojinegro con Heinze a cargo.
Desde los resultados, Heinze no respondió a las expectativas que se crearon alrededor de su figura desde que fue confirmado entrenador de Newell’s, algo deseado por todo el mundo rojinegro, desde hinchas hasta la comisión directiva. Nadie puede decir que fue una decisión errónea. Contaba con el aval unánime. Lo que llegó después, no fue de acuerdo a lo esperado.
Si Heinze mantuvo una cuota de confianza y hasta acalló los reproches, al menos que se hicieron públicos y masivos hasta hace poco tiempo, fue por lo que representa para el club. El reconocimiento de alguien que volvió estando en plenitud como futbolista para jugar en un equipo comprometido con el descenso y que no solo zafó sino que terminó siendo campeón es valorado por todos. Y no se mancha por lo decepcionante que fue su paso como entrenador y que tendrá su despedida contra Defensa y Justicia, en fecha a definir, en ese mismo Coloso que lo despidió con insultos, el grito de que se aleje y hasta algunos proyectiles que le lanzaron, vaya a saber por qué clase de energúmenos. Porque nada justifica semejantes actos violentos.
Pero ese grupo es minúsculo, menor. La mayoría, más allá del enojo de hoy, comprensible, porque errores hubo, y varios, lo respeta. Y no será nada extraño que en la despedida del año del conjunto rojinegro, y en su adiós del Parque como DT, le brinde una señal de afecto.
Y en ese sentido, sus declaraciones, acerca de que es el momento de cerrar su paso por el club, seguramente descomprimirán las sensaciones negativas actuales del hincha.
La visita a Boca fue el desencadenante de un final anunciado. La falta de reacción del equipo durante la mayor parte de la Copa de la Liga, perdiendo incluso la fortaleza que había construido anteriormente, lo fueron golpeando.
Si hasta las reacciones enérgicas de Heinze al costado de la línea de cal fueron menguando en los últimos partidos, como si entendiera que no servían de mucho. También habría que analizar si ese tipo de comportamientos, de él o de cualquier otro entrenador, tienen algún efecto sobre los jugadores.
Lo concreto es que la etapa de Heinze entró en turbulencias tras la derrota en el clásico, otra de sus deudas, y que las victorias sobre San Lorenzo y Tigre fueron apenas reacciones espasmódicas, porque a partir de allí se sucedieron marcadores negativos. Tampoco es casual que para jugar en la Bombonera haya cambiado medio equipo, como lo hizo en la fecha anterior, frente a Sarmiento. Nada funcionaba.
Habrá días para analizar y desmenuzar qué cuestiones se hicieron mal, desde los constantes cambios tácticos, jugadores sobre los cuales costó entender por que los ponía o los prefería por sobre otros, juveniles que no se potenciaron y refuerzos que no fueron tales, aunque hoy todo esto importa muy poco.
Las palabras de Heinze le pusieron punto final a un período que arrancó con un entusiasmo tan grande como lo es la decepción de un año cuyo balance es negativo.