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Transiciones políticas en Santa Fe: Pullaro asume, Perotti se despide y el peronismo busca reinventarse

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Dos transiciones políticas están en marcha en Santa Fe. Una transcurre a toda velocidad: es la salida del gobierno de Omar Perotti y el ingreso de Maximiliano Pullaro. Un cambio de roles que gatilla toda una serie de reacomodamientos en todo el entramado de poder de la provincia. La otra avanza casi a paso de hombre, al menos hasta diciembre: la reconfiguración del golpeado peronismo provincial, atada a la suerte de un hiperkinético Sergio Massa, que ayer hizo escala en Rosario en modo atrapa-todo.

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Este martes, los enviados de Perotti y de Pullaro abrieron formalmente el traspaso de mando. El encuentro, cuentan, fue cordial. Un gesto del rafaelino descomprimió un foco de tensión: antes del encuentro retiró los pliegos judiciales que, ya habían adelantado desde Unidos, iban a recibir el jueves pasado un bochazo masivo en la Asamblea Legislativa.

En principio, asoman dos grandes diferencias con 2019. La primera es el tiempo: el intervalo entre las elecciones y la asunción de las nuevas autoridades se redujo de seis meses a tres. La segunda, y más importante, es el capital político con el que se sienta cada uno a la mesa.

En la mudanza de la Casa Gris a la Legislatura Lifschitz llevaba el traje del principal líder opositor. Las 28 bancas de la mayoría le daban poder de veto. Al final de ese largo interregno de medio año, el jefe socialista acordó con los caciques territoriales de la Cámara alta el presupuesto de 2020. Un aviso de que cualquier iniciativa legislativa debería tener su aval. El medio es el mensaje.

Perotti afronta el cambio de ciclo desde una posición de mayor debilidad. Llega a la Cámara baja en un grupo de diez diputados. Cinco se cuentan en la columna de los leales y otros cinco podrían armar rancho aparte. Frente a un gobierno con un millón de votos y al borde de los dos tercios de la Legislatura no hay mucho músculo para imponer condiciones.

Ni a Pullaro ni a Perotti les sirve una transición turbulenta. Al diputado radical no le convienen los chispazos que retrasen el intercambio de información. Quiere tener un diagnóstico lo más preciso posible de cuántos recursos y licitaciones se encontrará el 11 de diciembre cuando se siente en el sillón de Estanislao López. Y el exsenador nacional no quiere sumar un nuevo frente de conflicto a un gobierno ya en tiempo de descuento.

Por ahora, la foto entre ambos está en borradores, pero ocurrirá. “Va a ser en el momento adecuado. Hablan por teléfono seguido. A veces llama uno, a veces otro y es siempre sobre temas puntuales. Son directos, sin eufemismos”, indican desde el entorno del gobernador electo.

Los integrantes del equipo de la transición pertenecen al núcleo más cercano a Pullaro y tendrán lugares destacados en el gabinete. Felipe Michlig está más cerca del sí que del no para agarrar Gobierno, Lisandro Enrico está “70/30” con Obras Públicas. Pablo Alvarez se encamina para Economía y Pablo Cococcioni para seguridad. Gustavo Puccini también estará en la primera línea del gobierno.

Pullaro abrirá su gabinete a la coalición, pero el inédito respaldo que cosechó el 10 de septiembre le da un amplio margen de maniobra para elegir nombres.

“Se pretende que los partidos tengan sus ministros pero también funcionalidad y que los perfiles coincidan con lo que busca el gobernador. Queremos segundas líneas muy fuertes, con tipos que podrían ser tranquilamente ministros. Gente con criterio político, que sepa cómo plantarse públicamente, eso no te lo da un técnico”, dicen desde la cocina del pullarismo.

Después de los encuentros sobre economía y obras públicas, este miércoles se reunirá la mesa de seguridad. Tanto Pullaro como Unidos se juegan buena parte del crédito político en mostrar resultados, y pronto, en las arenas movedizas donde se hundió el gobierno peronista. Esta vez, el cara a cara no será en Santa Fe sino en Rosario.

De todos modos, si algo no quiere el radical es dar una imagen de cogobierno y que se empiece a consumir el combustible antes de manejar la botonera del Estado. La orden para los voceros es dosificar las palabras. “Si el equipo se pone a responder todo se expone y envejece antes de asumir”, argumentan.

Lo cierto es que irrumpen situaciones que obligan a Pullaro y a todos los actores a moverse en un terreno resbaladizo. Por ejemplo, el escándalo que tiene en el centro al fiscal Matías Edery.

La acusación de los fiscales Pablo Socca y Miguel Moreno contra el integrante de la Agencia de Criminalidad Organizada pone en discusión dos cuestiones delicadas para el andamiaje institucional de la provincia. Una es la sospecha de que con Mariana Ortigala se hizo un acuerdo de información a cambio de impunidad. “Tienen un acabado conocimiento sobre la estructura de Los Monos y nos ha llamado la atención cómo nunca se dieron cuenta de que la señora Ortigala era miembro de esa asociación ilícita”, dijo Socca este viernes.

La segunda es que dos fiscales desobedecieron una directiva de la fiscal regional de Rosario, María Eugenia Iribarren. Quienes conocen a fondo al Ministerio Público de la Acusación señalan que era un conflicto anunciado. Sólo faltaba saber cuándo.

“Si vos tenés 60 perros y a dos les das asado y a otros les das Doggy barato es muy probable que cuando puedas esos 58 perros los salgan a matar a los otros dos”, dice una alta fuente judicial, que enumera una larg

a lista de desigualdades en beneficio de Edery y Luis Schiappa Pietra, protagonistas de investigaciones contra las principales bandas criminales de la región. Desde más empleados y con mejor calificación, hasta mejores computadoras y software, pasando por quién se queda con cada caso y la exposición ante la prensa. Son internas que pueden tener costos irreparables.

La mancha reputacional y la ruptura de la verticalidad en el MPA implican fenómenos inquietantes dada la situación crítica que atraviesa Rosario por la violencia y el mayor protagonismo que tendrá el organismo si Santa Fe adhiere a la desfederalización del narcomenudeo.

Más allá del trámite judicial, el caso Edery llegará el miércoles a la comisión de Acuerdos de la Legislatura. El año pasado, su pliego fue aprobado por 56 votos a favor, ninguno en contra y cinco abstenciones. “Hay que ver quién levanta el dedo y está dispuesto a acusarlo”, señala una persona con asiento en la comisión.

Al mismo tiempo, las tribus del peronismo santafesino se juntaron este miércoles con Massa en Buenos Aires para hacer catarsis después de la derrota provincial. El PJ marcha hacia el desierto y todos necesitan como el agua un triunfo del ministro-candidato y presidente de hecho.

“Sin gobierno nacional no tenemos un horizonte muy bueno para los próximos cuatro años”, advierte un dirigente presente en la cena y que pide que se pateen los pases de factura y las reformulaciones para después de diciembre.

Los intendentes quieren su lugar en una mesa donde casi todas las sillas estuvieron copadas por las agrupaciones. Pero además de renovar las caras, en el peronismo reclaman una actualización doctrinaria. “No podemos apelar a lo que hicimos hace 80 años. Le ofrecíamos a la gente un buen vivir, y hoy estamos estancados en que con nosotros se vive menos peor, y no es lo mismo”, dicen.

Esta noticia describe las transiciones políticas en la provincia de Santa Fe, con el cambio de gobierno de Omar Perotti a Maximiliano Pullaro. Además, se menciona la reconfiguración del peronismo provincial y la importancia del apoyo del gobierno nacional. La noticia aborda temas como las diferencias en el capital político de ambos líderes, la gestión de Pullaro, y desafíos y conflictos pendientes en la provincia. También se destaca el caso del fiscal Matías Edery y la reunión de las tribus del peronismo con Sergio Massa en Buenos Aires.

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