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En una fiesta memorable, Fito Páez volvió a llenar Vélez a 30 años de «El amor después del amor»

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Una noche otoñal suave, rozando la perfección climática, acompañó el show del sábado 1º de abril de un emocionado y demoledor Fito Páez evocando los 30 años del mítico “El amor después del amor”, ante 49,6 mil fans en el estadio de Vélez, en Villa Luro, Buenos Aires. El rosarino, con chaqueta violeta, larga, y seguro como nunca de la fiesta que pondría a rodar en ese instante, salió a escena a la hora señala y arrolló con 34 temas durante dos horas y 25 minutos. Algunos de los fans que estuvieron en aquellos estruendosos Vélez del 92, volvieron este fin de semana al estadio Amalfitani, pero la gran mayoría pertenecen a nuevas generaciones, muchos menores de 40 años.

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La evocación a los 30 años no es para Páez un mero refugio en el pasado; en todo caso, una excusa para mostrar la exuberante producción de estas tres décadas, anunciar la serie autobiográfica audiovisual (que lleva el mismo título, El amor después del amor, por Netflix, y que se estrena el próximo 26 de abril), y ratificar el permanente diálogo que el rosarino mantiene con las nuevas generaciones de artistas. Fito lo hizo otra vez, llenó Vélez dos días consecutivos, y llenará entre abril y julio decenas de estadios en la Argentina, Colombia y España, entre otros países. Viene, por lo demás, de completar nueve shows en el estadio Movistar Arena de Buenos Aires, con capacidad para cerca de 10 mil personas.

El mítico disco del inicio de los 90, el más vendido de la historia del rock nacional, tuvo una estructura de 14 temas que quedaron para siempre en la memoria colectiva de los argentinos: fueron reproducidos con similar orden, 30 años después, aunque versionados con modificaciones, y el aporte de invitados que Fito presentó con generosidad en su mega escenario que cubría todo el ancho de la cabecera oeste del estadio de fútbol.

Naty Peluso, en “La Verónica”, no ocultó su conmoción al compartir con Fito la energía ante la multitud; se despidió con una “te amo Fito”, antes el rosarino auguró “Naty es una artista de esas para siempre”.

Otra presencia estelar de la noche la aportó Fabiana Cantilo en «Te aliviará”. Páez contó, “me pidió cantarla, yo la escribí para ella”. Cantilo se lució con un vestido plateado brillante, y se mostró dueña de una voz cálida y profunda, perfectamente a la altura de una noche extraordinaria. Luego, también lucieron y sorprendieron como invitados a cantar, y en modo perfomance, Hernán (Mala Fama) en Hey you y Alejo Llanes, en Circo Beat, que desplegó su atuendo de circense (y su voz), ante un escenario extremadamente difícil para cualquier artista sin experiencia ante multitudes.

Tal vez el punto más alto de la noche, y a propósito de los invitados especiales, lo protagonizó David Lebon, que subió invitado a tocar y cantar el último tema, antes de los bises, A rodar mi vida.

Páez, a esa altura de la noche con dos horas de agite sin parar de emocionarse, recordó el día que conoció y se deslumbró con David “en el teatro Astengo de Rosario, tocando con Polifemo”. Lebon, ante la multitud, agradeció, con humildad “gracias por invitarme y tocar ante tu gente”.

El show, cuyo núcleo estuvo en esa máquina implacable de hits que fue (y sigue siendo) El amor después del amor, sin embargo, tuvo una composición integral impecable: en la sesión de vientos, Ervin Stutz, trompeta y flugelhorn, Alejo von der Pahlen, saxo tenor y barítono y Manuel Calvo en trombón, entre otros, le aportaron un clima de orquesta que ayudaron y mucho a sostener el show.

Y la numerosa banda de Fito: Diego Olivero (bajo), Gastón Baremberg (batería), Juan Absatz voz, teclados y coros, Juani Agüero (guitarra), y un músico cada día más sólido, Vandera, en voz, guitarra, teclados y coros. Emme, finalmente, en voz y coros, sostiene junto a Fito gran parte de las largas dos horas de show.

«Dos días en vida», «Naturaleza sangre», «Pétalos de sal», «Un vestido y un amor», «Tumbas de la gloria», «Circo Beat» y «Ciudad de pobres corazones» (con tremenda versión con aire de rock sinfónico de los 80) fueron los puntos altísimos de una noche única. Aunque la sorpresa surgió con una versión conmovedora, a capela, de “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, con el todo el publico en absoluto silencio escuchando la voz nítida del rosarino, sin micrófonos, en ese predio gigante de casi una hectárea de superficie, un estadio abierto de fútbol.

La fiesta de Vélez alternó momentos íntimos con agite frenético, como cuando introdujo ocho temas enganchados (medley) que hicieron –como casi toda la noche- levantar el público de sus butacas para bailar y bailar. «Solo los chicos», «Nada más preciado», «Tercer mundo», «Gente sin swing», «Nicaragua», «Hey you», «Nadie es nadie» y «No bombardeen Buenos Aires», en homenaje al maestro Charly García, especialmente mencionado por Páez, al igual que Luis Alberto Spinetta.

En la sección bises, y para la despedida, llegaron «Cable a tierra», en versión rapidita –y gran manejo de imágenes retro en el panel de fondo del escenario-, «Dar es dar», la canción más rosarina de Fito, «Mariposa Teknicolor» y «Alegría a mi corazón, “un mantra”, propuso Fito a la multitud ya desbordada de tanta fiesta, que lo tomó como tal y lo llevó a voz de cuello por los pasillos del estadio a la salida de una noche única.

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