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Gerardo Rozín: éxitos, fracasos, amores y amistades del conductor rosarino

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Gerardo Rozín descubrió su pasión por la información en su niñez, cuando con dos compañeros de primer año de Escuela Superior de Comercio, a la que asistía en su Rosario natal, se dispuso a investigar la desaparición de personas de la última de la dictadura militar para armar un listado mucho antes de que los buscadores online pudieran darle respuestas en cuestión de segundos.

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Su trabajo fue tan bueno que fue incluido en el libro Nunca Más y aunque dejó la vara muy alta, a lo largo de su carrera como periodista, productor y conductor, logró superarse, pasando -lógicamente- por algunos proyectos en los que no tuvo tanto éxito. Luego de más de una década trabajando en gráfica, un ámbito en el que llegó a ser editor de Perfil siendo muy joven, se animó a probar suerte en televisión por necesidad, sin pensar que la pantalla chica marcaría un quiebre y fomentaría un sólido vínculo con el público.

Su primera aparición frente a cámara surgió en Sábado Bus, de Nicolás Repetto, uno de los ciclos más vistos de Telefe en el que se desempeñaba como productor y estaba al frente del segmento «La pregunta animal», en el que dejaba al descubierto su picardía a la hora de interactuar con los invitados. «Yo salí al aire por primera vez a menos de seis meses de haberme quedado sordo de un oído, que es algo para nada grave pero muy perturbador, y con más de 20 kilos, bastante más, casi 30 kilos encima de lo que yo había pesado toda mi vida, producto del tratamiento con corticoides que hice a partir de la pérdida de este oído y con la intención de no perder el otro (cosa que se logró). Es decir, ese plan valió la pena. Y salir al aire en esas circunstancias era menor, tenía muchos otros problemas antes de pensar qué iba a hacer yo al aire», recordó en una entrevista con Infobae.

Desde entonces no paró de crecer, La pregunta animal se convirtió en un programa independiente; como productor trabajó con Mariano Grondona en Hora clave y con Georgina Barbarossa en Georgina y vos; también fue gerente de programación de Azul TV. Mientras que como conductor estuvo al frente de Medianoche de un día agitado y Todo por el aire, con Beto Casella, pero solo duró dos meses; se metió en la política y la actualidad con 23 minutos, en C5N, Tres Poderes, junto a Reynaldo Sietecase y Maximiliano Montenegro y Esta noche.

Más allá de su talento y su perseverancia, el rosarino le adjudicó parte de su recorrido a las lecciones que aprendió de grandes figuras de los medios, el entretenimiento y la cultura, como Gustavo Yankelevich, Raúl Becerra, Daniel Hadad y Roberto Fontanarrosa, entre otros. Y así fue como de aquella timidez que sintió en un principio llegó a convertirse en uno de los conductores más queridos.

Pero sin lugar a dudas encontró su lugar a través de las emociones. Rozín se destacó por darle una vuelta de rosca a la TV más combativa y escandalosa, con formatos destinados a toda la familia en los que buscó resaltar buenos valores, anécdotas, personalidades con trayectorias dignas de ser destacadas y música.

En Telefe llegó a hacer picos de más de 20 puntos de rating con Gracias por venir, gracias por estar, junto a Julieta Prandi, un ciclo en el que agasajaban a famosos con un repaso de su carrera y sorpresas. Y en 2015 creó Morfi, todos a la mesa, un programa en el que ensambló la actualidad, el humor, la cocina y el entretenimiento, con su versión dominical de La Peña de Morfi.

«Soy un tipo que no tuve nunca un fin de semana. Nunca. Comencé a trabajar a los 15 años en un diario y en los diarios se usaba tener franco viernes y sábados o domingos y lunes. Desde entonces, y no hay queja, porque me ha ido bien en la vida. Vivo de lo que me gusta. Cero queja es cero queja, es solo un comentario. Mis hijos nunca me vieron un fin de semana completo. Porque cuando no fue una cosa, fue otra. Yo hace más de 30 años que trabajo y nunca tuve un fin de semana, salvo las semanas de vacaciones. Hoy entendía que yo trabajo para una gente que disfruta de una manera distinta. Yo disfruto tratando de que disfruten», expresó a fines de diciembre en la última emisión de la temporada 2021 de La Pea de Morfi.

En marzo de ese año, sorpresivamente, comenzaron los problemas de salud, ya que luego de sufrir una arritmia, que lo llevó a someterse a un intenso chequeo de rutina, le descubrieron un tumor en la cabeza. El diagnóstico era desalentador y desde el principio, Gerardo decidió atravesar su tratamiento en la intimidad, acompañado por Pedro, su hijo mayor, fruyo de su matrimonio con Mariana Basualdo; Elena, la nena que tuvo con su colega Carmela Bárbaro; su novia, la locutora Eugenia Quibel, y otros familiares y amigos que estuvieron presentes el último año.

Luego de aquel brindis del 26 de diciembre, Rozín se dio cuenta de que su estado ya no le permitía seguir con la rutina que tantas satisfacciones y amistades le dio en más de tres décadas. Porque desde que se supo que su cuadro era delicado, músicos, conductores, actores y periodistas manifestaron su cariño, buenos deseos y todos coincidieron en calificar a Gerardo como «un buen tipo», sobre cualquier otro tipo de calificación.

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