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Choque con desayuno incluido: un insólito accidente reaviva la polémica por las islas callejeras en Rosario

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La implementación de las islas callejeras en Rosario volvió a quedar en el centro de la escena este martes con un episodio tan curioso como ilustrativo. En plena madrugada, un automovilista perdió el control de su vehículo en la esquina de Alvear y Rioja y terminó incrustado contra la estructura de un bar. Pero en lugar de caer en la desesperación, el protagonista del siniestro eligió una reacción inesperada: pidió un café, llamó a sus amigos y decidió quedarse a desayunar mientras esperaba que la grúa llegara a rescatar su Fiat Siena.

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El choque, ocurrido pasadas las 5:30 de la mañana frente a los Tribunales Federales, no dejó heridos, pero sí daños materiales en el automóvil y en la infraestructura gastronómica instalada en la ochava sudoeste de la intersección. El conductor explicó que, mientras manejaba por calle Alvear, un peatón que salía a correr cruzó la calle inesperadamente. Para evitar atropellarlo, hizo una brusca maniobra que terminó con el auto impactando contra la isla callejera y derribando varios postes de un bicicletero público.

Una postal insólita: café con seguro

El vehículo quedó detenido en el lugar hasta las 8 de la mañana. El conductor, sin lesiones graves pero con el auto averiado, decidió pasar el tiempo de la mejor manera posible: sentado en una mesa del mismo bar contra el que chocó. Según relató a LT8, tras llamar a la grúa, invitó a dos amigos que se sumaron a compartir un desayuno improvisado mientras se resolvía la situación.

Por si fuera poco, el chofer de la grúa que debía asistirlo se equivocó de dirección y fue a buscar el coche por calle San Luis, lo que demoró aún más la espera. En paralelo, el dueño del bar tuvo que intervenir para iniciar los trámites del seguro con el fin de reparar los daños sufridos por la estructura del local.

Críticas renovadas a las islas callejeras

El accidente no tardó en activar las voces críticas en el ámbito político. Antes de que se conocieran los detalles del siniestro, la concejala Fernanda Gigliani volvió a cargar contra la falta de controles municipales sobre el uso y la expansión de las islas callejeras. Si bien aclaró que no está en contra de su existencia como herramienta para aumentar el aforo de bares y restaurantes, fue tajante al denunciar la falta de respuestas del Ejecutivo local ante los pedidos de informes.

“No tenemos ningún tipo de información sobre multas o sanciones. El problema que hay acá es el no Estado”, sostuvo Gigliani, apuntando directamente a la desregulación con la que, según ella, se están instalando estas estructuras. La edila peronista también mencionó otros inconvenientes recurrentes, como la acumulación de restos de comida en zonas como Pichincha, los ruidos molestos y una “instalación anárquica” que deja en evidencia la ausencia de planificación.

Entre lo urbano y lo cotidiano

Más allá del tinte cómico que tuvo el episodio del desayuno post-choque, el caso deja en evidencia el debate latente sobre el uso del espacio público en Rosario. Las islas callejeras surgieron como una solución creativa en tiempos de pandemia, permitiendo a los bares y restaurantes expandirse hacia la calzada para cumplir con el distanciamiento social. Sin embargo, su permanencia y crecimiento en muchas esquinas de la ciudad generan tensiones entre peatones, automovilistas, frentistas y comerciantes.

En esta oportunidad, un volantazo para evitar un peatón derivó en un siniestro que reabre preguntas sobre señalización, visibilidad, márgenes de seguridad y planificación urbana. Y aunque nadie resultó herido, lo cierto es que los accidentes en torno a estas estructuras no son casos aislados.

El episodio de Alvear y Rioja podría haber terminado en una tragedia, pero terminó en una charla de café. Mientras tanto, las islas callejeras siguen generando fricciones que reclaman una mirada más atenta desde el Estado.

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