Rosario de Luto: Pillín Bracamonte y Su Hombre de Confianza Ejecutados a Quemarropa
El líder de la barra brava de Rosario Central, Andrés “Pillín” Bracamonte, y su mano derecha, Raúl “Rana” Attardo, fueron asesinados en un violento ataque que ha dejado a Rosario sumida en conmoción. Ambos cuerpos fueron hallados con cinco impactos de bala cada uno, de acuerdo con el informe del Instituto Médico Legal (IML), confirmando la ferocidad del atentado que ocurrió la noche del sábado en el cruce de bulevar Avellaneda y Reconquista, a solo unas cuadras del Gigante de Arroyito.
Un Ataque Preciso y Frío
Fuentes de la investigación indican que el doble homicidio fue ejecutado por al menos tres sicarios que llegaron a pie y escaparon rápidamente tras disparar a corta distancia. La escena en el cruce de Reconquista y Avellaneda se convirtió en el epicentro de un sangriento enfrentamiento en el que, según testigos, los atacantes se acercaron hasta la Chevrolet S10 blanca en la que se desplazaban Bracamonte y Attardo, abriendo fuego alrededor de las 21:45. La brutal precisión del ataque sugiere una ejecución planificada y milimétrica, en la que no hubo margen para errores.
Aunque los heridos fueron trasladados rápidamente en vehículos particulares al Hospital Centenario, las graves heridas de bala hicieron imposible cualquier intento de reanimación. El asesinato de estos dos hombres, conocidos no solo en el ámbito deportivo, sino también en el submundo del crimen organizado, apunta a una serie de conflictos previos y alianzas rotas que se gestan en las sombras de Rosario.
La Violencia Marcó la Vida de “Pillín” Desde Hace Décadas
El ataque de este fin de semana no es un hecho aislado en la vida de Bracamonte, quien ya había sido blanco de atentados anteriormente. En agosto de este año, luego de un clásico, “Pillín” fue baleado mientras se encontraba en el Parque Alem. Su abogado, Carlos Varela, recordó que esta fue la vigésimo novena vez que intentaban asesinarlo. Desde los primeros años como líder de la barra brava de Rosario Central, Bracamonte fue escalando en poder, enfrentándose a enemigos y soportando múltiples embates que no lograron acabar con su vida hasta este trágico desenlace.
Desde 2002, cuando apenas tomaba el liderazgo de la barra “canalla”, los atentados contra su vida parecían ser parte de su día a día. Este hombre se hizo fuerte en un terreno donde la ley del más fuerte impera, sorteando numerosos ataques, hasta que, finalmente, la muerte lo alcanzó de forma letal junto a su fiel amigo y compañero de años, Attardo.
Una Historia de Rivalidades Mortales
Los vínculos y conflictos de Bracamonte no solo se limitaban al mundo de las barras, sino que su influencia llegaba al crimen organizado y las disputas territoriales. La Fiscalía no descarta que este doble crimen tenga relación con hechos previos, en particular con su última herida de bala en agosto, en lo que parecía ser un ajuste de cuentas. Además, el pasado 1º de octubre, Samuel Medina, un joven de 25 años asociado a la barra de Central y vinculado a Los Monos, fue brutalmente acribillado con 16 balazos tras asistir a un partido en el Gigante de Arroyito. La historia de Samuel Medina resuena como un reflejo de los peligros que rodean a los involucrados en estos círculos de poder, y su muerte puede haber sido una advertencia en un mundo donde el control y la influencia se pagan con la vida.
Los Enemigos en la Sombra: ¿Quiénes Están Detrás?
Aunque las investigaciones están en curso, se han tejido diversas teorías sobre quiénes podrían estar detrás del ataque. Entre los principales sospechosos aparecen “Los Menores”, una banda criminal que ha ido ganando terreno en la zona norte de Rosario y en otros barrios de la ciudad. Estos grupos no solo se disputan el control de la barra, sino también territorios clave para el tráfico de drogas y el manejo de la seguridad en eventos de gran concurrencia.
En la entrevista reciente que Bracamonte concedió al periodista Germán De los Santos, expresó su preocupación por la creciente violencia y la falta de códigos en el ambiente criminal actual. “Todos se creen Pablo Escobar, y están todos presos o enterrados”, declaró con amargura, subrayando la falta de respeto por la vida y por los antiguos códigos de conducta que, según él, antes regían en el hampa. “Pillín” era conocido por mantenerse dentro de ciertos límites, mientras que las nuevas generaciones de criminales parecen moverse sin restricciones.
El Impacto del Doble Crimen en Rosario
Este doble asesinato llega en un momento especialmente delicado para Rosario, donde el aumento de la violencia y los asesinatos vinculados al crimen organizado tiene a la ciudad en jaque. La muerte de Bracamonte, una figura icónica en el mundo del fútbol y en el entramado criminal, podría desatar una serie de represalias y recrudecer aún más la lucha por el control de las calles. Los rumores sobre posibles venganzas y ajustes de cuentas se disparan, aumentando el temor de los vecinos y las autoridades ante lo que puede ser una nueva ola de violencia en Rosario.
El caso no solo implica a la Fiscalía, sino también a diversas fuerzas de seguridad que ahora investigan cada pista y cada vínculo de Bracamonte para esclarecer quiénes están detrás de este doble crimen y cuáles fueron las razones exactas que desencadenaron el ataque. El asesinato de figuras tan visibles como Bracamonte y Attardo subraya la capacidad de los grupos criminales de actuar con impunidad, poniendo en evidencia la necesidad urgente de estrategias de seguridad que frenen este fenómeno.
Un Adiós a Sangre y Fuego
Las calles de Rosario hoy sienten la ausencia de “Pillín” Bracamonte, un hombre que vivió y murió envuelto en una controversia constante. Su nombre será recordado tanto por su papel como líder de la barra de Rosario Central como por su inmersión en un mundo de peligros y alianzas complejas. La historia de Bracamonte y su ladero es solo una pieza más en el puzzle del submundo de Rosario, una ciudad en la que la violencia parece no tener fin y donde el control de las calles se cobra un precio cada vez más alto.
El legado de “Pillín” quedará marcado por sus últimas palabras: “Si me matan, la ciudad se incendia”. Y hoy, esas palabras resuenan con un eco sombrío en una Rosario que se enfrenta a una nueva crisis, en la que el poder de las barras y los conflictos criminales amenazan con consumir cada rincón.