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Israel recuerda el 7 de octubre: el desierto del Negev se convierte en un lugar de luto y memoria

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En el desierto del Negev, al amanecer, se conmemora el primer aniversario del trágico 7 de octubre de 2023, cuando Israel enfrentó uno de los episodios más dolorosos de su historia. La quietud del desierto se rompe solo por las luces de celulares y canales de televisión que acompañan a los peregrinos hacia un lugar que hoy simboliza el dolor colectivo. Hace un año, Israel descubrió que no era una fortaleza inexpugnable, sino una nación vulnerable.

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Con un cálido viento y la oscuridad aún sobre el horizonte, el silencio es interrumpido por las explosiones que provienen de Gaza, un recordatorio del conflicto en curso. “No hay que temer, son nuestros bombardeos”, dice Yaniv Stav, coronel retirado del ejército israelí, tratando de tranquilizar a quienes acuden a este acto de duelo. Stav, quien perdió a siete amigos aquel día, se ha convertido en guía voluntario de este lugar que quedó marcado para siempre por la masacre en el Nova Festival, donde más de 400 jóvenes murieron a manos de terroristas de Hamas.

El Nova Festival, una celebración de música y baile, se transformó en pesadilla cuando a las 6:29 de la mañana del 7 de octubre, los asistentes comenzaron a escuchar detonaciones que confundieron con fuegos artificiales. En cuestión de minutos, cientos de terroristas de Hamas irrumpieron en el festival, desatando una masacre sin precedentes. Aquellos que lograron escapar se encontraron con una carretera bloqueada y un atasco mortal que los dejó a merced de los atacantes. Muchos huyeron a pie, sin saber hacia dónde correr.

Un año después, el sitio se ha convertido en un memorial donde familiares y amigos lloran a las víctimas. Altar tras altar, las fotografías de los fallecidos recuerdan vidas truncadas, acompañadas por flores, piedras, y objetos personales como tablas de surf o peluches que simbolizan la pasión y la juventud de aquellos que amaban la vida.

El dolor colectivo se manifiesta en los testimonios de quienes regresan para honrar a sus seres queridos. Aline Weiszman, estudiante uruguaya, acude por segunda vez para recordar a su amiga Tiferet Lapidot, quien también fue asesinada ese fatídico día. “Vine a visitarla, es lo menos que puedo hacer”, comenta sin poder explayarse más.

A las 6:29 de la mañana, exactamente un año después de la tragedia, comienza el acto central con música tecno, un homenaje simbólico a lo que fue el Nova Festival. Sin embargo, el dolor es palpable cuando una mujer, incapaz de contener su angustia, cae al suelo desmayada después de lanzar un grito desgarrador. No es la única en sucumbir ante la abrumadora tristeza, un joven también colapsa, rodeado de amigos que llevan metralletas, recordando que el conflicto en Israel no ha cesado.

Familiares y amigos se acercan a los altares, cada uno único, con banderas de diferentes países y mensajes de despedida. Noy Magnezi, de 30 años, acaricia la foto de su hermano Amit, mientras otros, como Moshe y Orter, hermanos de Lior, colocan una foto de su ser querido jugando al fútbol, una de sus pasiones.

El presidente de Israel, Isaac Herzog, llega al lugar para ofrecer su apoyo a los dolientes. También lo hace Arik Goldstein, líder de la comunidad judía de Nueva York, quien asegura el inquebrantable respaldo de los judíos estadounidenses. “Un ataque contra ustedes es un ataque contra nosotros”, dice, enfatizando la unión en tiempos de adversidad.

Cuando el acto termina, el público no se dispersa. Al contrario, más personas llegan para rendir homenaje a las víctimas. Motociclistas, ciclistas y grupos de amigos se acercan al memorial, con camisetas que llevan la fatídica fecha. Algunos visitan un contenedor amarillo de basura, donde el 7 de octubre nueve personas se escondieron durante horas, enviando desesperados mensajes por WhatsApp mientras el horror se desataba a su alrededor.

El aniversario del 7 de octubre no solo es un recordatorio del dolor y la pérdida, sino también de la resiliencia de una nación que sigue enfrentando una guerra en múltiples frentes. A pesar del duelo, los israelíes continúan adelante, conscientes de que el desafío es persistente y que su historia reciente aún está por escribirse.

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