Buscan crear un mercado en el deteriorado predio de San Martín y el río
Quien pase por una esquina emblemática del casco céntrico, donde se unen las calles San Martín (que baja), Catamarca (que sube) y la avenida Belgrano, se encontrará en la ochava noroeste con un imponente complejo de construcciones antiguas vallado por carteles de publicidad. Plantas que crecen en los muros, por cierto grafiteado, le dan al conjunto un aspecto de abandono; sin embargo el predio, donde en 1888 se instaló la primera usina eléctrica de Rosario, pertenece a la Empresa Provincial de la Energía (EPE) y se encuentra operativo. Mientras la semana próxima se discutirá en el Concejo un proyecto para solicitar la transferencia del inmueble al municipio a los fines de instalar allí una especie de Mercado del Patio, los vecinos anhelan que se revitalice debido a su importancia histórica (la propiedad está catalogada por su valor patrimonial) y para evitar problemas de convivencia en el espacio público.
En esa área antaño portuaria (cruzando la avenida se llega al río), hace 135 años Ernesto Danvers y Marty pusieron en funcionamiento una pequeña máquina que permitió efectuar las primeras demostraciones de viabilidad del sistema eléctrico en Rosario. Ningún cartel avisa que a principios del siglo XX allí mismo se construyó la denominada Usina San Martín, activa hasta octubre de 1913. El enorme lote, de unos 300 metros cuadrados, entonces se consideraba prácticamente “extramuros” y hoy quedó ubicado en un lugar estratégico, incluso turístico, donde la tierra escasea y vale fortunas. Su destino sigue ligado a la energía eléctrica ya que en la actualidad aloja transformadores de la EPE.
Un vocero de la compañía, que fue creada en 1987 y no genera energía sino que la distribuye, recordó que al lugar se lo llamaba Bajo Catamarca y que hasta los años 90 albergaba la base del personal del área de distribución (luego mudada a un edificio construido especialmente en el barrio Cristalería, en Junín y Colombia). Dos incendios, registrados en 2004 y 2008, fueron quitándole funciones a la central, que tenía depósitos y talleres. Algunos de esos galpones en la actualidad guardan equipos eléctricos y si bien no hay trabajadores afectados permanentemente, ingresan de ser necesario a efectuar tareas de mantenimiento, contaron desde la EPE.
El inmueble posee protección patrimonial de acuerdo a la ordenanza Nº 8.245. El grado de protección 2c se refiere a “edificios o conjunto de edificios sujetos a preservación de la envolvente, principalmente en su relación con el espacio público”. Admite intervenciones en el interior, crecimiento de la superficie edificada o anexión de nuevos volúmenes siempre que éstos no superen el 30 por ciento del total de la superficie catalogada. El dato surge del proyecto que presentó el 21 de marzo –por segunda vez, pues ya lo había hecho en 2019– el concejal Alejandro Rosselló para que la Municipalidad interceda ante el gobierno provincial de modo de que el inmueble de San Martín y Catamarca sea transferido a la ciudad. La idea del representante del bloque Unión Pro-Juntos por el Cambio es que allí se cree un mercado para productores regionales de alimentos al estilo del Mercado del Patio (ex Patio de la Madera). La iniciativa se tratará la semana próxima en la comisión de Planeamiento, adelantó Rosselló.
El concejal argumenta que, de concretarse, “revitalizará la zona, donde en el último tiempo son recurrentes las denuncias por arrebatos y robos”. Los feriantes tendrían que cumplir con una serie de requisitos a los fines de acceder a un puesto y para ello estarían controlados por la Municipalidad. Rosselló piensa en horticultores, floricultores, apicultores, fruticultores, pescadores y otros emprendedores de productos orgánicos. “Beneficiará a todos: a los trabajadores, a los vecinos, a la ciudad”, asegura el vicepresidente segundo del Concejo y se mira en el espejo de vistosos mercados similares situados en Montevideo, Barcelona y Madrid.
“Puede haber cesiones institucionales, sucede que hay que llegar a acuerdos”, dice por su parte el arquitecto Emilio Maisonnave y pone como ejemplo la cesión de hace unos años desde el Banco Nación a la Universidad Nacional de Rosario (UNR) para que en San Martín 750 funcione el ECU (Espacio Cultural Universitario). En realidad Maisonnave dialoga con La Capital en su calidad de vecino de la cuadra, interesado junto a otros residentes en rescatar la historia y conservar el patrimonio incluso de los adoquines del centenario empedrado de esa calle. Relata que en la zona hay mucho robo de carteras y celulares, sobre todo a personas mayores. La falta de movimiento en la esquina hace que “incluso familias enteras” se acomoden con cartones y colchones para pernoctar en las veredas, mientras que un grupo de cuidacoches exige dinero a los automovilistas que estacionan “en una especie de privatización del espacio público”.
Maissonave cree que se trata de “una problemática socioeconómica a afrontar” y plantea: «Como vecinos nos gustaría que el lugar no esté abandonado porque es un potencial foco de conflictos”. Desde su punto de vista, corresponde que la historia sea rescatada y valorizada porque se trata del casco fundacional de la ciudad.
La esquina que vio nacer la luz eléctrica de la ciudad
En su artículo “Los inicios de la electricidad, un complejo negocio en Rosario”, la reconocida historiadora Myriam Stanley, ya fallecida, cuenta que en 1888 en San Martín entre Tucumán y Catamarca se instaló la primera usina eléctrica de la ciudad, con la que se consiguió alumbrar con algunas lámparas la calle Córdoba. Cuando en 1902 la Compañía de Luz Eléctrica y Tracción del Río de la Plata (CLETRP) cerró un contrato con la Municipalidad para la provisión de energía por 50 años, la concesionaria comenzó la construcción de una central en San Martín y Catamarca, en el lugar donde se instaló el primer generador y desde donde se satisfacían las demandas siempre crecientes de los consumidores particulares. Se la llamaría Usina San Martín.
En 1910 la empresa Sociedad de Electricidad del Rosario (SER) comenzó a construir en zona norte la usina Sorrento, central que inició sus servicios al año siguiente. Trabajó en paralelo con la vieja usina San Martín pero a partir de octubre de 1913 empezó a ser la única productora de electricidad. Esta circunstancia selló el destino de la más antigua, que a partir de entonces quedó clausurada.