Grave suba de patologías visuales en niños y adultos durante la pandemia
La visión cercana duplicó afecciones, como el ojo seco, y la miopía en los chicos subió un 40%. Los más perjudicados son los menores de 12 años
Durante la cuarentena por coronavirus la salud visual se vio comprometida: el exceso de visión cercana disparó afecciones como el llamado “ojo seco” en todas las edades, aunque los más perjudicados fueron los niños, con un aumento de la progresión de la miopía del 40 por ciento, y quienes padecen enfermedades crónicas, generalmente adultos mayores, que por falta de controles sufrieron un agravamiento o daños irreversibles.
La clausura del espacio público y de las actividades fuera de casa así como la digitalización de la vida cotidiana (escolaridad, trabajo, ocio y trámites bancarios) jugaron en contra. Por la cercanía con que se lo utiliza y la cantidad de horas de exposición, el celular se entrona como el dispositivo más riesgoso y los menores de 12 años como el grupo más vulnerable dado que sus ojos están en desarrollo. Pero según los especialistas consultados por La Capital, del encierro hay salida (literal y metafórica): pasar más tiempo al aire libre, desconectarse de las pantallas, alimentarse mejor, mirar a lo lejos y hasta parpadear más seguido.
Los niños primero
Noemí Martino trabaja como docente de la UNR y como oftalmopediatra se desempeña en el sector privado y en el Hospital de Niños Zona Norte. Explica que la principal causa de la miopía es genética aunque incluso antes de la pandemia la comunidad científica advirtió que los factores ambientales están multiplicando este trastorno y, una vez instalado, su avance. Por eso hace dos años la Sociedad Argentina de Oftamología Infantil formó una comisión de prevención de este defecto refractivo, la cual a su vez creó protocolos: “Hasta los dos años nada de pantallas, de dos a cinco solo una hora, y más de seis años, uso supervisado por un adulto. Además cada hora deben relajar, desenfocar y mirar a lo lejos”, resume Martino.
“Por el confinamiento se dio lo que llamamos un experimento involuntario y se comprobó que solo en 2020 aumentó un 40 por ciento la miopía en niños”, continúa la profesional, en referencia al estudio “Progresión de la miopía durante el confinamiento en la Argentina”, publicado por el Consejo Argentino de Oftalmología de septiembre y como prepint de la revista The Lancet en abril. Esta investigación, que llevó adelante la médica Carolina Picotti junto a un grupo de colegas, le puso números a lo que los oculistas comprueban a diario en los consultorios.
“El ojo del niño es más lábil que el del adulto, tiene mayor plasticidad. Es más probable que aumente y como consecuencia la imagen (lejana) se desenfoca. Para evitarlo, se recomienda estar al aire libre durante el día porque la luz solar aporta vitamina D, además de una buena alimentación en frutas y verduras que aportan Omega 3 y otras vitaminas”, apunta Martino y recuerda que la curva de la miopía es progresiva y como el crecimiento del ojo debilita la retina, se pueden presentar luego otras afecciones graves.
“Delante de una persona parpadeás 15 veces por minuto pero frente a una pantalla el parpadeo baja a cinco por minuto. La mayor exposición a dispositivos durante la cuarentena generó irritaciones, ojo rojos y secos, visión borrosa, tanto en adultos como en niños, aunque el problema no es la pantalla en sí sino la actividad cercana”, agrega Lorenzo Manavella (hijo), uno de los directores de la clínica Gordon Manavella. La buena noticia: el fenómeno es reversible si se toman cuidados y se amplía la perspectiva. Es necesario mirar hacia afuera, y a lo lejos.
Su colega Fernando Abriata, del instituto Oftalmólogos Especialistas y director del Centro de Informática en Salud de la Facultad de Ciencias Médicas, comenta que “las patologías inherentes a la superficie ocular se han duplicado y entre ellas la más relevante es el ojo seco evaporativo, una enfermedad multifactorial de las lágrimas y la superficie ocular que produce malestar, alteración visual e inestabilidad de la película lagrimal con daño potencial”. Estos trastornos que antes se veían solo en adultos, desde 2020 se diagnostican también en niños.
Un problema mayor
Como sucedió con otras especialidades, pacientes con enfermedades crónicas (como glaucoma y degeneración macular relacionada a la edad, es decir maculopatía), retrasaron o faltaron a las revisiones periódicas, cuenta Manavella. “Y enfermedades que no son crónicas, como las cataratas, que se recomienda operar en estadios más precoces, ahora las encontramos más avanzadas, lo cual puede traer complicaciones y riesgos”, agrega. Por suerte hay un retorno a los consultorios, aunque también es cierto que los adultos mayores se sumaron a la población que en pandemia ganó hábitos digitales.
Abriata coincide: las consultas aumentaron en los últimos tres meses por el alivio de las restricciones, la vuelta a clases y la postergación de los controles de años anteriores. Y suma un factor que perjudicó a quienes portaban por tiempo prolongado mascarillas de protección: “Se ha descubierto que el uso del barbijo parece interferir con los párpados y provocar una disfunción de la glándula de Meibomio, quizás al enfocar un flujo de aire en los ojos, por lo que algunas personas encuentran que sus ojos secos han empeorado”.
“El aire va hacia arriba y genera sequedad”, convalida Manavella sobre el uso prolongado de tapabocas y recomienda a su vez evitar que el flujo del aire acondicionado o el ventilador impacte directamente en los ojos así como adoptar una regla de prevención conocida como 20-20-20. “Cada 20 minutos desenfocar lo que se está mirando por 20 segundos y enfocar a 20 pies (seis metros de distancia). Se llama descanso”, concluye y sugiere hacer el esfuerzo de aumentar conscientemente el parpadeo. Todo un desafío en un escenario de posible salida de la pandemia, en el que sin embargo los dispositivos electrónicos colonizan como nunca antes a buena parte de la humanidad.
Aumentan las consultas en los hospitales
El médico Pablo Barbieri, jefe del prestigioso servicio de Oftalmología del Hospital del Centenario, ratifica un aumento de las consultas a partir de la pandemia, aunque no por el uso de dispositivos electrónicos, sino por la afluencia de público sin cobertura y de quienes aún teniéndola no pueden pagar los gastos extras de la atención.
“Está viniendo tres veces más gente, algo que se empezó a ver en 2019. Sobre 100 pacientes, si antes había diez con obra social hoy tenés 25 o 28 porque mutuales y obras sociales están desfinanciadas”, contó el especialista sobre lo que se vive en el sector público.
El servicio atiende a adultos y niños “y es el que más pacientes ve en la provincia, es decir 36 mil al año. Cuenta con todas las complejidades relacionadas con la especialidad. Es un servicio cátedra, completo, regional”, lo define Barbieri. Y admite que hay demanda retenida porque la gente retorna a los controles, aunque tampoco se ha normalizado la atención por completo debido a los protocolos que es necesario cumplir.
La oftalmóloga infantil Noemí Martino también diferencia su experiencia en el ámbito privado de la del Hospital de Niños Zona Norte.
Por un lado, algunas madres le cuentan que sus hijos pequeños “juegan cuatro horas seguidas a los videojuegos sin parpadear o que los adolescentes bajan temporadas enteras de series y pasan toda la noche mirándolas en el celular”.
Por otro lado chicos de siete u ocho años no saben las letras ordenadas en el tablero por tamaño porque el año pasado, sin acceso a las tecnologías, no se escolarizaron.
Allí no inciden los trastornos visuales por visión cercana, pero sí se encuentra la médica con otro tipo de déficits. Cuando les sugiere a los padres una dieta rica en frutas y verduras, replican que no pueden afrontarla “y en cambio consumen en exceso arroz, polenta y fideos”.
Tampoco tienen acceso a clubes donde practicar deportes, pero, según Martino, cualquier actividad al aire libre, como caminar, correr y jugar en la plaza incide en la salud visual y en la calidad de vida.